En Jardines del Pillahuincó creemos que vivir en la naturaleza implica también aprender a convivir y cuidar aquello que nos rodea. Por eso, una de las premisas de nuestro Código de Convivencia es fomentar la plantación y preservación de especies nativas. Estas plantas forman parte de la identidad serrana, son parte del equilibrio ecológico de la región y se adaptan de manera natural a las condiciones del suelo y el clima, lo que garantiza su permanencia sin necesidad de un mantenimiento excesivo.
A diferencia de las especies exóticas, que pueden consumir grandes cantidades de agua o incluso desplazar a la flora local, las nativas cumplen un rol fundamental: alimentan a las aves, resguardan insectos benéficos y conservan el paisaje que caracteriza a la comarca serrana. Ejemplos como el espinillo, el molle, la cinacina o el visco no solo embellecen cada lote, sino que además mantienen viva la biodiversidad que hace único a este rincón de las sierras.
Promover la plantación de estas especies también tiene un beneficio práctico: requieren menos riego, soportan mejor las variaciones de temperatura y se integran al entorno sin alterar el ecosistema. De esta forma, cada propietario puede colaborar con un gesto sencillo en la construcción de un lugar más sustentable, asegurando que Jardines del Pillahuincó conserve el carácter natural que lo distingue. Al mismo tiempo, quienes eligen estas plantas disfrutan de un jardín más resistente, con sombra, flores y aromas propios de la región.
Desde Jardines impulsamos distintas iniciativas, como el apadrinamiento de espacios verdes y la creación de senderos interpretativos, para que todos los vecinos puedan conocer y valorar la importancia de la flora local. Cada árbol nativo que se planta es una huella de compromiso con el presente y con las futuras generaciones. Porque no se trata solo de habitar un lote, sino de hacerlo en equilibrio con la naturaleza y construyendo juntos una comunidad que respete y potencie la riqueza del lugar.